El 24 de diciembre de 1909 el Ayuntamiento de Tarragona acordó la realización de un monumento en memoria de los defensores del sitio que la ciudad sufrió en el año 1811, durante la Guerra de la Independencia (o Guerra del Francès, en catalán), y que debía erigirse en la Rambla Nova de Tarragona. Julio Antonio fue el ganador y realizó una maqueta que apostaba por destacar el heroísmo de los cuerpos de los personajes, deshaciéndose de elementos superfluos y retornando al espíritu más clásico y mediterráneo propio de las obras novecentistas.