Esta imagen fue descubierta en 1820 en la Garrotxa, la zona volcánica más importante de la península ibérica. Así pues, tres siglos antes se había construido una capilla presidida por esta imagen en el cráter de un volcán. Para acceder a ella, era necesario subir a la cresta del volcán y descender al fondo del cráter.
El padre de santa Margarita, un rey moro, se enamoró de ella. Para forzarla a aceptarle, la privó de agua. La chica murió de sed y fue llevada al cielo por unos ángeles. Arrepentido, el rey se convirtió al cristianismo.