Los ángulos de este capitel están ocupados por dos figuras femeninas, atacadas por serpientes, y dos masculinas, seguramente dos eclesiásticos, con un báculo en las manos.
Se trata de la representación, muy habitual en el románico, del castigo de la lujuria, con una figura femenina desnuda atacada y mordida por serpientes. Aunque no es frecuente que este tema vaya acompañado de figuras religiosas. Estamos ante una escena didáctica, que servía para instruir al pueblo contraponiendo el bien y el mal, y en ella podemos sobreentender también un mensaje de advertencia hacia el estamento eclesiástico de no caer en el pecado.