El autor podría considerarse el emblema de la sabiduría pictórica atesorada durante el siglo XVII por los mejores talleres napolitanos y, al mismo tiempo, un ejemplo de virtuosismo. Sus creaciones impresionan por el atrevimiento compositivo, el efectismo de las luces y la intensidad dramática. Aquí, el artista pone sus variados recursos al servicio de un relato en que la dureza del castigo de Dios contra los pecadores contrasta con su misericordia hacia los arrepentidos.