Obra de Marian Burguès i Serra (Sabadell, 1851-1932), la realizó hacia 1896 en su taller de Sabadell. Inspirada en formas orientales y manieristas, destaca por la excelencia técnica en el uso de los esmaltes, especialmente en el marmoleado que logra a base de los chorreos, el torneado y el modelaje, y por el gran tamaño de las piezas.
Es una donación de Maria Puig para el Museo de Arte de Cerdanyola.