Es una de las fortificaciones indígenas más complejas y elaboradas de la península Ibérica. La muralla que vemos actualmente es producto de varias etapas de construcción y diferentes reparaciones. Se conocen más de 930 m de los tramos oeste, sur y parte del este, aunque seguramente rodeaba totalmente el poblado. La parte más compleja arquitectónicamente se localiza en la zona oeste (la que se encuentra al llegar al yacimiento), y defendía el sector más vulnerable de la ciudad.
La muralla esta reforzada con siete torres en la parte oeste, separadas entre ellas por una distancia aproximada de 28 m, una torre en el extremo norte de la muralla y una torre de vigía en la parte meridional de la ciudad, al lado del recinto de los templos. Hasta ahora se han localizado nueve puertas de entrada a la ciudad. Algunas de estas puertas fueron descubiertas tapiadas, hecho que demuestra que en el momento final de la vida del poblado fueron inutilizadas.
Recientemente, gracias a diversas prospecciones geofísicas, se ha descubierto un enorme foso defensivo que transcurre en paralelo al trazado amurallado de la vertiente occidental de la colina.