Antoni Viladomat i Manalt (Barcelona, 1678-1755) pintó escenas para decorar los aposentos de familias acomodadas de la Barcelona del siglo XVIII. Se supo adaptar muy bien a los gustos de la sociedad de la época. A pesar de que a menudo trabajaba con ideas y formas adoptadas de otras tradiciones, en sus obras hay una notable preocupación por describir con sobriedad los paisajes y los personajes de su entorno de manera realista.
En el cuadro El otoño, costumbrismo y paisajismo confluyen para representar una tarde de vendimia según una escena ideal, pero que podemos relacionar fácilmente con algún paisaje catalán concreto.