A partir del siglo III, la sociedad se ruraliza y algunas villas se convierten en grandes complejos cada vez más autosuficientes. Empieza un largo período de inestabilidad que desemboca en las guerras germánicas, el dominio visigodo y, más tarde, la ocupación árabe. El Bages se convierte en tierra de paso, y sus habitantes regresan a los poblados encastillados, como El Puigcardener, en Manresa. La iglesia de Santa Maria de Matadars o de El Marquet (El Pont de Vilomara) es uno de los pocos ejemplos de arquitectura de influencia mozárabe de El Bages.
En los siglos IX y X, El Bages es un lugar fronterizo con los sarracenos. Manresa se convierte en la capital de un gran condado. Una vez consolidada la sociedad feudal, en los siglos XI y XII, una compleja red de castillos domina el territorio, y el arte románico se expande por todos los rincones gracias a la construcción de iglesias y monasterios. El monasterio de Sant Benet de Bages alcanzó un gran poder económico y cultural.
Los siglos XIII y XIV son testigos del gran momento de expansión de villas y ciudades de toda Europa. En esta época, Manresa se sitúa entre las punteras de Cataluña. La basílica de la catedral es una representación pura del gótico catalán.