En 1767, llegó la primera tejedora a Calella, una ciudad que ya vivía la efervescencia del textil y, en especial, del género de punto. A finales del siglo XVIII, ya había más de doscientas dedicadas a las medias de seda y de algodón.
El museo exhibe colecciones de este pasado textil con vestidos, casullas, estolas, bordados, blondas y encajes de bolillo cedidos por familias del municipio. Al final de las salas, podemos encontrar una muestra de vestidos femeninos del siglo XVIII al XX magníficamente conservados, casacas de adulto e infantiles del siglo XVIII e incluso una muñeca de cuero del XIX. Precisamente del siglo XIX, se pueden admirar juegos de cama bordados, un mantón de Manila hecho a mano y un vestido de novia. El visitante puede ver los mundillos que utilizaban las encajeras para trabajar. También se exponen revistas antiguas que servían para hacer publicidad del género. Entre los elementos más antiguos destacan un corpiño de seda amarilla de 1719 y un chaleco de terciopelo de 1799.