La farmacia Barri data de 1919, cuando Lluís Barri i Caballé llegó a Calella. El espacio recupera la estructura de la antigua farmacia modernista, aunque parte del mobiliario y de los utensilios son incluso anteriores. Unas balanzas de mármol y metal, con los platos soldados, descansan sobre el mostrador principal. Este está rodeado de muebles blancos con estanterías llenas de recipientes de boticario de distintas épocas y estilos, balanzas de precisión, densímetros y pildoreros. Los tarros de porcelana amarillos y azules del siglo XIX comparten espacio con los de cristal, muchos de ellos con sus contenidos originales. El recipiente para guardar jarabe, el aparato para fabricar cápsulas amiláceas, los moldes para hacer supositorios, la cizalla para cortar hierbas medicinales, el gran mortero de metal de 1828 o los tubos de ensayo trasladan al visitante la imagen de una profesión dedicada al tratamiento de enfermedades.
Justo detrás del mostrador para despachar y debajo de un gran reloj de pared con incrustaciones de marfil, encontramos la puerta de la rebotica. Dentro se exhiben los tarros más antiguos, datados del siglo XVIII. La colección presenta una gran variedad de recipientes para diferentes usos, como pólvoras, tinturas y jarabes guardados en un cordialero, mueble donde se almacenaban los frascos con los ingredientes para hacer los medicamentos.