Esta espléndida tabla central y los dos cuerpos de predela con santos (que originariamente debían de flanquear un sagrario) son las únicas partes conservadas de un retablo. Dedicado a la Virgen María, fue pintado para una de las capillas de la girola de la catedral de Tortosa, probablemente hacia la década de los años ochenta del siglo XIV.
El compartimento de la Virgen con el Niño, rodeados de ángeles músicos, es una versión de gran delicadeza y refinamiento de un tipo iconográfico que gozó de una fortuna inmensa en la época.
Pere Serra, el autor del retablo, perteneció a una familia de pintores que acabaron encabezando la pintura catalana de la segunda mitad del siglo XIV.