Esta es una de las obras maestras del románico europeo. Su genialidad reside en la combinación de elementos de diferentes visiones bíblicas –las del Apocalipsis, Isaías y Ezequiel– para presentarnos al Cristo del Juicio Final. Este aparece desde el fondo provocando un movimiento centrífugo de la composición, en la que domina el sentido ornamental de los perfiles y la habilidad en la utilización del color para dar volúmenes. Por su excepcionalidad y fuerza pictórica, la obra del Maestro de Taüll se ha proyectado a la modernidad y ha fascinado a artistas de las vanguardias del siglo XX, como Picasso o Francis Picabia.