La lechera de aluminio deja testimonio de la transformación del territorio adrianense mostrando el paso de un espacio primordialmente rural, a finales del siglo XIX, a una de las ciudades con más tejido industrial de Cataluña durante el siglo XX. Este objeto se utilizaba para repartir diariamente la leche fresca a las casas desde una vaquería situada muy cerca de donde está el Museo. Costumbres y hábitos de consumo que se han transformado y han quedado atrás, son reflejo de los grandes cambios demográficos y socioeconómicos acaecidos.