Las salas nobles conviven en la masía de Can Miravitges con las más modestas, destinadas a las labores cotidianas de la casa, como la cocina, el lavadero y la fresquera.
En la cocina destacan los azulejos policromos valencianos del siglo XVIII, que también pueden contemplarse en un armario de la sala del aguamanil y bajo los balcones. Una de las salidas de esta estancia da al patio, donde se encuentra un armario fresquera. Situado a la sombra y en un lugar muy fresco, permitía conservar los alimentos durante mucho tiempo. La masía tenía también su propio sistema para proveerse de miel.
Desde el lavadero (innovación del siglo XVIII), se canalizaba el agua hasta una balsa, y desde allí hacia las tierras de regadío.