Los estanques tenían una función ornamental, proporcionaban frescor y permitían recoger el agua de la lluvia, que después era reutilizada para regar. El estanque conservado en el Jardín de Quinto Licinio, descubierto en 1957, presidía el peristilo de una gran casa, probablemente perteneciente al patricio Quinto Licinio. Es rectangular, tiene una exedra semicircular en cada extremo y cinco escalones en el ángulo sur para acceder a su interior. Actualmente solo pueden verse dos terceras partes del estanque, porque la construcción del inmueble contemporáneo impidió que quedase visible la parte restante.