El Tapiz de la Fundación, realizado en 1979 con la colaboración de Josep Royo, fue concebido para este espacio.
La obra presenta un importante aspecto táctil, logrado a través de relieves y texturas. Un predominio de los colores elementales —el blanco y el negro— y la utilización de los primarios —el amarillo, el azul y el rojo—, junto a los secundarios —el verde, el naranja y el violeta—, forman la gama cromática característica de la producción mironiana de esos años.
La mujer ocupa prácticamente todo el tapiz. Sus grandes pies y la forma piramidal de su figura parecen levitar dentro del espacio. Una estrella de ocho puntas y una luna azul, color que a menudo el artista atribuye a este astro, configuran el mundo celeste.