Aunque la conclusión material del tríptico La esperanza del condenado a muerte se remonta a febrero de 1974, Miró no lo considera definitivamente acabado hasta dos meses después de la ejecución del militante anarquista Salvador Puig Antich, en los últimos tiempos de la dictadura de Franco.
El tríptico parece salido directamente de aquel otro de 1968 titulado Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario, solo que aquí el solitario es ya claramente un prisionero.
«Es extraño, pero al mismo tiempo significativo, que acabase aquella obra el mismo día en que ejecutaron mediante el garrote a aquel pobre muchacho, Salvador Puig Antich. […] una línea negra sobre un fondo blanquecino, una línea negra como un hilo que alguien corta porque posee la fuerza y carece de piedad.»