Las referencias de Cézanne, de Van Gogh, del fauvismo y del cubismo se reflejan de algún modo en las pinturas de Joan Miró de estos años.
En Ermita de Sant Joan d’Horta, la libertad con que Joan Miró interpreta el paisaje y la sustitución de los colores reales por colores vivos lo acercan al fauvismo. Sin embargo, el planteamiento no se corresponde exactamente con esta corriente, y remite más bien a una síntesis personal que tiene también en cuenta preceptos novecentistas, como la sobriedad, la claridad y la preponderancia de la línea.