El artista norteamericano Alexander Calder participa en 1937 en el pabellón español de la Exposición Universal de París con la Fuente de mercurio. El mismo pabellón también presenta el Guernica de Pablo Picasso, la Montserrat de Juli González y El segador de Joan Miró, obra desaparecida en el momento de la clausura de la exposición.
Calder muestra un gran interés por la incorporación del movimiento en la escultura, lo que lo convierte en precursor del arte cinético.
En esta obra, el mercurio actúa de agente activador del movimiento y rinde homenaje a los habitantes de Almadén, duramente castigada durante la Guerra Civil Española.
Calder donó la fuente a la Fundación en 1975, movido por la estrecha amistad que lo unía a Miró.