El diablo se encargaba de abrir y separar las vedijas de lana, es decir, llevar a cabo el primer peinado.
La lana se colocaba sobre la cinta transportadora y era regada con un chorrito de aceite de baja calidad, que ayudaba a que resbalara mejor durante el proceso de peinado. La cinta introducía la lana dentro del cajón, donde dos cilindros la peinaban, y la lana salía, una vez cardada, por una abertura posterior.
Esta peligrosa máquina recibió el nombre de diablo debido a los accidentes que provocaba entre los trabajadores.