En la planta baja está la despensa, una cámara fría, bastante oscura y ventilada. A falta de nevera, este era el espacio perfecto para conservar los alimentos. Aquí se almacenaba todo lo que se cultivaba (cereales, patatas o cebollas), así como las botas de vino y todo lo que se obtenía de la matanza del cerdo. Además, se guardaban los aperos para la agricultura y la cría del ganado, los recipientes para recolectar el grano y otros enseres.
Los calassos (cajones) son recipientes de madera que servían para almacenar los diferentes tipos de cereales que se cultivaban en la zona, principalmente trigo y centeno. La mayor parte se la cosecha convertía en harina en los molinos cercanos, y con ella se elaboraban panes y cocas, básicos en la dieta cotidiana.
Dentro de una de las salas de la despensa, hay un telar del siglo XVII con el que se tejían prendas para uso doméstico, entre otros. Una parte de ellas se vendía en el mercado local y otra, se exportaba a Francia.
Se pueden ver algunas piezas de muestra, como sábanas y colchas, elaboradas a mano con telares como este. A partir de finales del siglo XIX y principios del XX, se instalan fábricas de lana con telares industriales en algunos pueblos de la comarca (por ejemplo, Rialp), un hecho que conducirá a la lenta desaparición de estos pequeños telares manuales y de formato más doméstico.