La colada, una tarea de mujeres, se llevaba a cabo en el rusquèr.
En Can Joanchiquet se conservan dos, uno de corteza de árbol y el otro de obra.
La ropa se introducía dentro del rusquèr y se cubría con una sábana, sobre la que se depositaban las cenizas frías. A continuación, se tiraba agua caliente por encima, que, al mezclarse con las cenizas, se transformaba en lejía, y salía por una abertura situada en la parte inferior. Esta lejía se recogía en un cubo, se calentaba y se volvía a echar por encima de la colada. Finalmente, la ropa se aclaraba en el lavadero público y se dejaba secar.