La cocina era la habitación más caliente y la que estaba mejor iluminada de la casa cuando se hacía de noche. Aquí, los diferentes miembros de la familia podían llevar a cabo actividades muy variadas, como cocinar, comer, hilar, jugar, rezar, etc. Se trataba de un espacio semiprivado al que acudían los vecinos del pueblo, sobre todo durante las largas noches de invierno, cuando alrededor de la chimenea se organizaban las llamadas cahuades o reuniones de vecinos. En estas pequeñas tertulias se conversaba sobre las noticias y los trabajos del día, y los más pequeños disfrutaban con las historias que les explicaban los mayores de la casa.
En la cocina, hay un pequeño espacio que está situado entre el subsuelo de la casa y el suelo de la cocina, conocido con el nombre de clòt. En este lugar, la familia almacenaba una parte de la cosecha anual de patatas, cuyo excedente vendían o intercambiaban con los marchantes por diversos productos o alimentos de primera necesidad, como el aceite, la sal o el vino. Este espacio, no visitable, se aprecia por la existencia de una trampilla en el suelo.