Rusiñol hizo que el Cau Ferrat se convirtiera en una especie de templo del Arte Total, donde él ejercía de sacerdote de una nueva religión del arte. La música y la danza también forman parte de los lenguajes artísticos relacionados con el Cau. Manuel de Falla compuso allí buena parte de su obra Noches en los Jardines de España; Enrique Granados e Isaac Albéniz realizaron estancias; otros músicos pasaron y actuaron en el Cau, como Enric Morera y los belgas Ernest Chausson, Eugène Ysaye y Guillaume Guide, donde interpretaron, entre otras, obras de César Franck y de Erik Satie.
Santiago Rusiñol también era un gran aficionado a la música clásica y sabemos que varios intérpretes hicieron sonar en su piano obras de Beethoven y de Bach, a quienes el pintor tenía gran estima.
La noche del 29 de agosto de 1895, Rusiñol y sus amigos organizaron una curiosa actuación de danza. Una bailarina situada sobre una plataforma anclada en el mar frente al Cau bailó la danza serpentina con la intención de emular la danza que había puesto de moda la famosa bailarina Loïe Fuller. Iluminada con focos de luces de colores desde las ventanas del Cau, la bailarina danzó sobre el agua al son de la música y rodeada de una multitud de curiosos que habían llevado sus barcas cerca de la plataforma. Otros, fascinados por el espectáculo, lo admiraron desde tierra.