Santiago Rusiñol compartió con el escultor y gran amigo suyo Enric Clarasó un taller en los bajos interiores del número 38 de la calle Muntaner, en Barcelona, entre 1887 y 1894. En este espacio, con varias estancias dedicadas a los trabajos en yeso o en mármol y de modelado del escultor, había una sala donde Rusiñol guardaba sus colecciones y donde también se reunían sus amigos artistas, músicos, hombres de letras o periodistas, entre otros, y allí apareció por primera vez el nombre de Cau Ferrat.
En Barcelona, en 1894, el mismo año en que Rusiñol trasladó sus colecciones de Barcelona a Sitges, se inauguró el taller de los hermanos Masriera, un edificio en forma de templo romano en la calle Bailén. El taller también acogía las colecciones de los artistas, pero estaba pensado con una perspectiva más comercial, ya que servía como punto de venta de las pinturas y las joyas que realizaban los dos hermanos. Del mismo año es la fotografía del taller de Antoni Fabrés en París.