El 21 de enero de 1893 Rusiñol pronunció en el Ateneo Barcelonés, acompañado de algunas piezas de su colección de hierros, la conferencia «Mis hierros viejos». El acto fue un verdadero manifiesto de la razón de su pasión: el coleccionismo. Rusiñol presentó este interés no con una actitud nostálgica de añoranza de un tiempo pasado, sino como una herramienta transformadora y un incentivo para la renovación en un momento en que se necesitaban modelos de calidad ante la ausencia de una estética propia en la incipiente producción industrial.
También defendía la creación de colecciones como la suya, como única solución a la falta de una política de salvaguarda del patrimonio del país. Según Rusiñol, estos coleccionistas paliaban la falta de actuación del Estado, que favorecía la acción depredadora del mercado de antigüedades internacional sobre nuestro patrimonio.
Alexandre de Riquer i Ynglada (Calaf, Barcelona, 1856 – Palma de Mallorca, 1920), atribuido
Candelabro de pie del Cau Ferrat, hacia 1888-1890
Tinta sobre papel vegetal Museu del Cau Ferrat, Sitges.
Adquisició del Consorci del Patrimoni de Sitges, 2013