Limitada inicialmente a las industrias de pavimentos, la mecanización no se generalizará al resto de la manufactura cerámica bisbalense hasta la segunda década del siglo XX. Hasta ese momento, las innovaciones no vendrán por la incorporación de tecnología, sino por la optimización y mejora de ciertas fases del proceso artesanal y por la especialización en el trabajo. No será hasta el año 1914 cuando, con la introducción de la máquina galletera, se afianzará la industrialización en la cerámica bisbalense. La necesidad de disponer de grandes existencias de tierra para asegurar el aumento del abastecimiento de arcilla comportará la aparición de la coladora; su introducción, junto con otras máquinas complementarias (laminadoras, cortadoras), facilitará poder fabricar a escala industrial tanto el ladrillo mate para pavimento como el ladrillo vidriado de revestimiento. La expansión de la producción supondrá una mayor especialización productiva y la aparición de las primeras industrias auxiliares.