Al Juego de la oca gana quien acaba antes el recorrido por las sesenta y tres casillas. El azar de los dados dicta la fortuna del jugador. Por eso hay quien asimila este juego a la aventura de la vida.
El origen de este juego es incierto, aunque se considera que, basándose en los juegos practicados en Oriente Medio y Asia, se habría creado en Italia hacia 1580. Poco después de su invención, el duque de Toscana, Francisco I de Médici, lo ofreció al rey de España Felipe II. A finales del siglo XVI y principios del XVII, se imprimieron o registraron diferentes versiones del juego en Londres y Lyon.