El sonajero o cascabelero era el primer juguete de verdad que recibía el bebé griego o romano. Hecho de terracota o de metal, dentro contenía pequeños granos, piedrecitas o monedas destinados a producir un sonido derivado del movimiento para distraer y llamar la atención del bebé o para calmarlo. También se le ha atribuido un sentido más sagrado, ya que parece que habría servido igualmente para alejar los malos espíritus, con una función de talismán o amuleto. La forma de estos objetos podía variar. Algunos tenían forma de animal mientras que otros, como este, estaban formados por dos discos juntos.