Este juguete cadavérico, hecho con terracota en Oaxaca hacia 1960, forma parte del Día de los Muertos (1 o 2 de noviembre), celebración tanto religiosa como tradicional y una de las fiestas más antiguas y típicas del pueblo mexicano. Es resultado de la fusión entre los ritos basados en las creencias indígenas y las fiestas católicas introducidas por los europeos especialmente a partir de 1521.
Entre las diversas guarniciones y ofrendas que ambientan la fiesta, encontramos figuras que son esqueletos, así como elementos funerarios elaborados en madera, papel, azúcar, cartón, barro, yeso y tela por artistas y artesanos populares mexicanos.