En 1910, los padres de Dalí viajaron a París, de donde trajeron para sus dos hijos este osito de peluche, que desde ese momento se convirtió en un compañero de juegos inseparable de Anna Maria, Salvador y, por ende, del resto de la familia.
Años después, Federico García Lorca visitó el Ampurdán invitado por su amigo Dalí. El poeta conoció al osito, al que bautizó como Don Osito Marquina, por su parecido con el dramaturgo Eduardo Marquina. De vuelta a Granada, Lorca escribió al osito varias cartas. El museo conserva y exhibe dos de estas cartas manuscritas. Don Osito Marquina ocupó un lugar de privilegio en la amistad entre Lorca y los Dalí.