A finales del siglo XIX, aparecieron juguetes ingeniosos con tecnologías innovadoras. Así surgieron los trenes en miniatura que, con los años, evolucionaron hacia el maquetismo y el modelismo ferroviario. Grandes fabricantes como Märklin, Hornby, HAG, Fleischmann, etc., así como numerosos artesanos, contribuyeron a diversificar la producción de reproducciones a escala reducida de modelos específicos de la vida real.
El modelismo ferroviario fue una de las grandes aficiones de Andreu Costa Pedro, constructor de esta maqueta de grandes dimensiones (7,5 × 4 m), realizada entre 1994 y 2013, y que fue donada al museo por su hija una vez fallecido su padre.
En la década de 1960, con el deseo de satisfacer la petición a los Reyes Magos de Oriente incumplida año tras año, Andreu Costa compró una máquina de tren de escala H0, unos vagones y unas vías. Construyó la primera maqueta en 1964. Diez años más tarde, con más espacio en casa, realizó una segunda. Desde 1994, ya jubilado, realizó una tercera, expuesta en el museo. Además de crear el circuito y la parte eléctrica de las maquetas, Andreu Costa también pasaba tiempo decorándolas (montañas, puentes, lagos, etc.) para aportarles más realismo y detallismo.