Tortosa. En el centro de la Corona de Aragón
La conquista cristiana de Turtuxa fue culminada por Ramón Berenguer IV en 1148. El feudalismo se impuso como nuevo modelo y las tierras se repartieron en diferentes señoríos nobiliarios y eclesiásticos. Tortosa se dividiría entre los genoveses, la familia de los Montcada y la orden de los Templarios. Durante los siglos XII y XIII el impulso comercial, el crecimiento demográfico, la construcción de equipamientos y el afianzamiento de instituciones convirtieron a Tortosa, en su concepción amplia como ciudad y territorio, en un claro referente en el seno de la Corona de Aragón.
Modernidad. Dinamismo y conflicto
Las Tierras del Ebro crecieron demográfica y económicamente durante el siglo XVIII i, pero su dinamismo se ralentizó durante los primeros cincuenta años del siglo siguiente, como consecuencia de las continuas guerras de aquel periodo. La modernización del XIX favoreció y al mismo tiempo perjudicó al territorio: por un lado, lo dotó, parcialmente, de infraestructuras modernas, pero por otro lo dejó huérfano de capacidad política y de capitalidad provincial. Ello comportó su subsidiariedad administrativa y económica respecto de los grandes núcleos de decisión. Fruto conjuntamente de la tradición y de la modernidad, surgió un incipiente sentimiento identitario denominado genéricamente tortosinismo, muy mediatizado políticamente, al tiempo que, a caballo de finales del siglo XIX y del primer tercio del XX se desplegó una gran vitalidad social y económica y una notable efervescencia política.