En el siglo XVIII se empezaron a percibir los indicios de un nuevo modelo de producción que conduciría, finalmente, al capitalismo. Se trataba de un sistema basado en el trabajo asalariado, la aportación de capital de los socios, la producción masiva y racionalizada, la división social del trabajo, la búsqueda e innovación tecnológica, el desarrollo de la maquinaria industrial y la captación de mercados cada vez más lejanos que ofrecían nuevas perspectivas de negocio. Cuando en el siglo XIX llegó la máquina de vapor, Mataró entró de pleno en el proceso de la Revolución Industrial y desempeñó un papel vanguardista en el panorama catalán.
Se trata de un período en el que la innovación y la aventura condujeron los esfuerzos de los mataronenses hacia la construcción de una nueva ciudad en transformación constante.