La representación ideal y las referencias al primitivismo, el mediterraneísmo y la repercusión clasicista constituyen la base estética del arte del novecentismo durante los primeros años del siglo XX. Las obras del pintor Joaquim Sunyer y los escultores Jou, Smith y Casanovas forman parte de este período. El decorativismo aplicado sobre todo a los objetos y la adopción de determinadas formas del arte popular constituyen diferentes facetas de una misma voluntad estética.
En los años veinte, la entrada de las nuevas corrientes del «retorno al orden» y del realismo, como la nueva objetividad, modifica en parte los presupuestos novecentistas, de forma que las artes plásticas adaptan el idealismo a una forma más humanizada de interpretar la realidad, sin renunciar a una determinada inspiración lírica e intimista.
La pintura fuertemente individualista de Josep M. Sert adopta un lenguaje abarrocado y grandilocuente en los grandes murales de recreaciones de épica moderna, como los dedicados a la Gran Guerra (1914-1918).