La conquista de Lleida en 1149 abrió la puerta a la llegada del románico a la plana de Lleida. El protagonismo lo ostentó la nueva catedral proyectada a partir de 1193, la Catedral Vieja, que se convirtió en la columna vertebral de este lenguaje artístico, aglutinando las novedades e influencias venidas del norte de Italia y del sur de Francia.
Tras la eclosión de las formas del estilo 1200, se sentaron las bases de la denominada Escuela de Lleida de escultura del siglo XIII. Esta escuela se caracteriza por un repertorio ornamental, brillante y singular, cuyo máximo exponente es la Puerta de los Ahijados de la Catedral Vieja. Esta forma de entender la escultura y la concepción arquitectónica de los portales fue extendiéndose por el área leridana y Aragón, hasta llegar a Valencia. En Lleida ciudad, además de la catedral, encontramos rastros de esta escuela en la escultura de la antigua iglesia de Sant Joan.
Dentro del ámbito de la imaginería, el siglo XIII se caracterizó por una renovación de las formas que adelantaba lo que posteriormente sería la plástica gótica. Un ejemplo de estas aportaciones lo encontramos en el Cristo de Perves, que supone un paso adelante en relación con las creaciones de talleres pirenaicos como el de Erill.