Hasta bien entrada la segunda mitad del XX, el casco de seguridad no empezó a formar parte de la indumentaria de los trabajadores para protegerse de los posibles accidentes que podían suceder en el interior de las minas de carbón.
En la parte delantera se encuentra un soporte para colocar la lámpara frontal; en la trasera, se ve un gancho hecho con alambre para poder colgar el casco al final de la jornada de trabajo. El interior del casco está hecho de cuero para acomodar la cabeza y consta de ocho tiras interiores para asegurar una buena sujeción.
Este casco perteneció a Josep Moliner, “el Maño” y lleva pintado el número 1907 en la parte delantera.