Los arcos polilobulados formaban parte de la decoración arquitectónica y ornamental del palacio de Balaguer durante el siglo XI.
La paleta cromática que se les aplicó es una de las más exclusivas de la Edad Media. En esta, destaca el azul, para el cual se utilizó el lapislázuli, pigmento que se extraía de la piedra semipreciosa del mismo nombre, y cuya obtención era muy laboriosa. Procede de las canteras del Badakhxan, situadas al norte del actual Afganistán. Se trataba de un material de lujo, muy exclusivo, cuyo precio superaba al del oro puro.