A finales del siglo XVI, las guitarras y las violas de mano del renacimiento se transformaron en un instrumento más sencillo y versátil. Joan Carles i Amat publicó en 1586 el primer tratado de guitarra conocido. En él describe dos maneras de tocar la guitarra de cinco cuerdas: la castellana y la catalana. Con seis cuerdas, el instrumento tuvo una gran difusión en el siglo xviii; fue apto para la música más sofisticada y también para hacer bailar y para acompañar canciones.