Y, poco a poco, vamos escuchando cómo a los sonidos de la naturaleza se les suman los sonidos humanos, y nos adentramos en el espacio expositivo de la historia. La voz, el cuerpo y el uso cotidiano de varios materiales permiten la comunicación de las personas. La percusión de las piedras, el fuego, las canciones, etc., manifiestan la incorporación de la cultura en un entorno donde anteriormente solo existían los sonidos naturales.
En este espacio descubriremos la historia de este territorio, veremos los primeros hallazgos de la época prehistórica del yacimiento del Cau del Duc y cómo eran las primeras cabañas de la época neolítica de la Fonollera, observaremos las piezas romanas del Camp de la Gruta y escucharemos los relatos sobre cómo convivían en Torroella judíos, musulmanes y cristianos durante la época medieval.
El punto culminante de este ámbito se encuentra en el módulo «Hijos de un mismo mar», donde se puede comprobar que los hombres y las mujeres de la actualidad somos el resultado de unos intercambios culturales ininterrumpidos. En la actualidad, palabras como moneda (fenicios), democracia (griegos), urbanismo (romanos) y brújula (árabes) resultan tan comunes que es difícil darse cuenta que son la suma de una serie de culturas. La diversidad cultural es riqueza y enriquecimiento, y es necesario tener una actitud dialogante ante lo desconocido.