Sunyer llega a París en 1896 y allí se encuentra con Canals, Nonell y Picasso. Pertenecen a una generación anterior a Rusiñol, Casas o Utrillo, y son el relevo de la modernidad catalana. En Montmartre, Sunyer trabaja en paisajes urbanos dominados por la presencia de figuras atareadas. Como un talismán, la blanchisseuse, humilde trabajadora encorbada por el peso de la ropa blanca que trajina, es omnipresente. Desaparece hacia el año 1904 cuando el artista se empareja con Fernande Olivier, la modelo con la que se iniciará en la descripción del desnudo.