La muestra de arte catalán contenido en este ámbito —que también incluye algunas obras de autores de origen español (Sorolla) e internacional (Laurencin, Sacharoff o Foujita)— sigue en paralelo a la evolución pictórica y escultórica del arte europeo, desde principios del siglo XIX y hasta entrado el siglo XX.
Lo que conocemos como pintura de caballete, corresponde al gusto de una burguesía que sigue unas tendencias eclécticas con la finalidad de decorar casas y palacios en pos de unas vistas y retratos siempre evocadores que, hoy, nos transportan a los intereses estéticos y sociales de artistas y mecenas, y que forman la base de la pintura de paisaje y del retrato de nuestra tierra y evidencian la modernidad de sus postulados.
Desde el romanticismo, una corriente que revolucionará el pensamiento en todos los campos y que abre las puertas a una forma de entender el arte más relacionado con las impresiones de la naturaleza y la experiencia personal (J. Masriera o Serra), a una pintura más realista, que dirige la atención hacia la vida cuotidiana (Martí Alsina o F. Masriera), o hacia la captación de la luz natural (Roig Soler o Guillem Roca, desde L’Empordà), llegamos al modernismo y novecentismo con Blay, Nonell, Canals, Casas, Casanovas o Gargallo y al retorno al paisajismo de Gimeno, Mir o Amat.
Las obras de estas salas provienen de las donaciones de los autores y de Concepció Santaló, Víctor Rahola, Alfons Moncanut, M. Mercè Viñas, Anna M. Dalí, Abelard Fàbrega y Eulàlia Mestres.