Las sillas con respaldo y asiento de cuero grabado, de los siglos XVII y XVIII, denominadas sillas portuguesas por su principal lugar de fabricación, eran de uso exclusivo de las clases dirigentes: reyes, nobles y eclesiásticos.
La estructura de madera de las primeras sillas portuguesas es bastante sencilla. El respaldo y el asiento de cuero, de forma rectangular, están fijados con grandes tachuelas. El cuero está grabado con motivos heráldicos y temas vegetales dispuestos simétricamente, y el fondo también se graba para dar relieve a los motivos dibujados.
En la segunda mitad del siglo XVII, las sillas evolucionan hacia formas más originales. La mayor parte ya no tiene brazos, para dejar espacio a las grandes faldas redondas que lucían las mujeres. Los respaldos adoptan distintas formas curvas, y también son más altos, para evitar que las pelucas, de moda en aquel momento, caigan hacia atrás. Los travesaños frontales presentan una doble «S» cruzada, una concha o flores, y las patas son torneadas. Los motivos grabados en el cuero se enriquecen con gran profusión de hojas y flores, leones, águilas, figuras humanas, ángeles y escudos.