Hasta 1910, el Lago era bastante pobre en cuanto a peces, debido a sus características naturales. Francesc Darder fomentó las repoblaciones con la Fiesta del Pez. El 1954 se aconseja la introducción de un depredador, el lucio, para controlar la población de carpas y escardinos, aunque termina comiéndose las pocas especies autóctonas que quedaban. Unos años más tarde, la Sociedad de Pescadores pesca uno de los últimos lucios (que por suerte no llegaron a reproducirse), y lo dona al museo.