El día 20 de abril de 1492, los Jurados de Girona recibieron notificación de la orden del rey que dictaba que, antes del día 31 de julio de ese mismo año, todos los judíos y las judías que no se quisieran convertir tenían que marcharse de la ciudad para siempre. Con este edicto, copiado en el Manual de acuerdos del Ayuntamiento, se cerraban más de seis siglos de historia compartida y fructífera.