Dentro del imperio europeo y mundial de los Austrias, Cataluña mantiene su propio estado e inicia un crecimiento económico. La pugna de la monarquía hispánica con Francia, con quien se disputa la hegemonía de Europa, provoca conflictos fronterizos continuos. El mar se convierte también en frontera de otro poderoso enemigo: el corso berberisco y otomano. Por otro lado, en el seno del país, la crisis social provoca la expansión del bandolerismo.
En tiempos de construcción del estado moderno, el autoritarismo creciente de los monarcas se contrapone a las doctrinas constitucionalistas, elaboradas desde las instituciones catalanas. En este contexto político, tienen lugar la Guerra de los Segadores (1640-1659) y la Guerra de Sucesión (1705-1715). Al finalizar esta última, el año 1716, con el Decreto de Nueva Planta, Felipe V, el primer rey de la rama española de los Borbones, abole las constituciones y las instituciones de Cataluña.
Se extiende la estética barroca, caracterizada por un lenguaje pesimista y exuberante a la vez, y por una profunda voluntad de explicar los dogmas contrarreformistas.