El año 711, el ejército musulmán emprende la conquista de la Hispania visigoda y nace una nueva entidad, un nuevo país: al-Andalus. A lo largo de cuatro siglos, las tierras de Balaguer, Lleida, Tarragona y Tortosa se unen al islam y forman parte de una comunidad económica y religiosa que se extiende hasta la India.
Frente a al-Andalus se forman los condados catalanes, integrados en la Marca Hispánica, territorio de la frontera del Imperio carolingio. A finales del siglo X, los condados catalanes pasan a ser independientes, bajo la hegemonía del casal de Barcelona. Durante el siglo XI, la formación del feudalismo genera unas nuevas relaciones sociales basadas en el dominio social y político de la nobleza y la iglesia, y en la explotación de los campesinos.
Al abrigo de este mundo rural y feudal, se extiende el arte románico con la voluntad de explicar el mundo, su origen y su orden. En el siglo XI, la conquista de la Cataluña Nueva, la vinculación creciente con Occitania y la unión dinástica con Aragón fortalecen el nuevo estado. La aparición del vocablo Cataluña (Catalonia) es casi simultánea al inicio del uso del catalán como lengua escrita.