Gonzalo Lindín realiza una abstracción del paisaje inspirándose en las vistas aéreas del campo de Tarragona. La composición está formada por grandes manchas de color, combinadas con líneas, pinceladas sutiles y trazos más enérgicos. Predominan los colores cálidos, como el rosa, el rojo o el naranja, pero también tienen presencia el verde, el azul y el violeta. Podemos reconocer ciertos elementos como las copas de los árboles, los caminos o las divisiones que se establecen entre los campos de cultivo.