En 1991, el arquitecto Jaume Mutlló i Pàmies realizó el proyecto de reforma del Museo de Arte Moderno de la Diputación de Tarragona. El edificio estaba formado por un conjunto de viviendas que dificultaba la uniformidad y el acceso al museo. El proyecto de reforma integró estos espacios haciéndolos más diáfanos. De aquí surgió la distribución actual de las salas que acogen las colecciones del museo, así como los distintos departamentos y servicios. Uno de los espacios más logrados es el del patio del museo. La solución adoptada para cubrir el techo permitió obtener luz natural, que ilumina las salas que se abren a su alrededor.
Lejos de ser un lugar de paso, el arquitecto concibió el patio como un espacio de reflexión y contemplación. La fuente, el sonido del agua, la verticalidad de las formas y las esculturas que alberga ―como el Mausoleo Lemonier, del escultor Julio Antonio, o el Homenaje a Julio Antonio, de Francesc Anglès― invitan al visitante a subir a la planta superior y descubrir una pequeña muestra de las obras que forman parte del fondo del museo.