La pintura gerundense del siglo XVI está representada en buena parte por artistas extranjeros que incorporaban elementos renacentistas al gótico flamenco. Un claro ejemplo de este hecho lo encontramos en el retablo de Sant Feliu de Girona, iniciado en el año 1504 y terminado en el 1520. Participaron en su elaboración pintores como Perris de Fontaines (Francia) y Joan de Borgonya (Alemania) que aportaron nuevas formas de representación, propias de las corrientes más avanzadas del momento. Las estampas y los grabados ayudaron a difundir nuevos modelos de representación que pronto se plasmaron en la pintura catalana. Bajo la influencia de estas nuevas formas se forjó el estilo de Pere Mates, pintor oriundo de Girona y uno de los más importantes en su época, del cual se exponen diversos retablos.